Cuando abrí los ojos vi tu silueta desdibujada por los ligeros rayos de sol que entraban por la ventana,en la que tu estabas, mirando toda la calma que había dejado la tormenta de la noche anterior, nos lo habían dicho, en las cabañas, llueve y nieva como no os podéis imaginar y así fue. Las indecisiones se tornaron en caricias, las inseguridades en caras descubiertas y las miradas pasaron a la acción en una noche mágica, de cuento de adas de esas de no acabar nunca, de esas en las que nuestras melodías favoritas sonaban en nuestras cabezas sin parar de repetirse, si fue una gran noche, también lo fue la mañana siguiente porque sin aun saberlo nos estábamos despidiendo de algo muy importante, nuestra amistad para dar paso a algo que aun no sabíamos que era, desde la ventana te acercaste, te acurrucaste debajo del nórdico junto a mi y mirando fijamente a mis ojos, clavaste en una daga en mi pecho con las palabras que aun suenan en mi cabeza, repitiéndose como si se tratase de un estribillo sin final.
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