Miedo es la respuesta más fácil para no
arriesgar, para quedarnos en nuestra zona de confort. Uno de sus efectos es que
se percibe como una sensación desagradable, es una respuesta natural de nuestra
constitución animal, de esa parte primitiva de la que tanto hablo; en su
momento tuvo una gran utilidad para la supervivencia de la especie. Es una
emoción; y como emoción tiene el poder para condicionar, limitar o restringir
nuestras vidas.
Tenemos que intentar despojarnos de nuestros
miedos, para ser libres. Debemos intentar no encubrir ese miedo con excusas.
Ser conscientes de él, y así de esta manera podremos hacerle frente,
controlarlo y empoderarnos; utilizarlo como arma, no como trampa. De todos
modos no debemos confundirnos, el antónimos de miedo no es valentía, si no
confianza. Con esto me refiero a que el miedo es útil, siempre y cuando
aprendamos a manejarlo e intentando que no sea él quien nos maneje.
El miedo podría estar sujeto a dos eRRes. El
rechazo y el ridículo. El ridículo no existe, es una opción personal de cada
uno. Y el rechazo es algo a lo que todos estamos expuestos en mayor o menor
medida, lo que tenemos que encontrar es ese lugar en el que nuestra pieza
encaja perfectamente.
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