El instinto de supervivencia nos hace seguir en la lucha por la vida, a pesar de que el peligro sea cada vez mayor y las posibilidades de morir sean infalibles, los seres humanos tendemos a luchar con todas nuestras fuerzas debido al instinto de supervivencia.
Pues algo parecido pasa con el amor, aunque sepamos que nos vamos a matar contra un muro de indiferencia, allá vamos con un caballo, una armadura y una espada a luchar contra los molinos, que diría aquel. Aunque a veces sabiendo donde damos con la espada podemos derribar el muro con el mínimo toque y es entonces cuando todo el esfuerzo habrá merecido la pena.
Apenas en 48 horas tendré que apostar por arriesgarlo todo a una carta o bien estar seguro con lo que la vida me ha dado. Los que me conocéis sabéis que soy inconformista y que suelo arriesgar, pero si arriesgo ahora puede que sea la definitiva o si me quedo con la baza que tengo y no la juego puede que acierte.
Lo único que se ahora es que estoy solo en medio de un mar con una barca y un par de remos y que puedo quedarme aquí porque se está bien o puedo empezar a remar como si no hubiera un mañana y llegar a la orilla para ¿morir? ¿empezar?
¿Para qué?... para estar juntos.
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