Necesitamos avales de vida, para sentirnos
cómodos. Confiados de que si las traviesas de la vía por la que nuestro tren ha
de pasar ser rompen, ellos llamarán a los operarios antes de que el tren se
acerque, para que estos sean reparados. Y si llegan tarde y el tren descarrila,
se encargaran de desplegar todas sus armas para hacernos volver.
Tendemos a buscar nuestra fuerza en los demás. Vagamos
utilizando el sesgo de la responsabilidad externa; de esta manera no nos arriesgamos
a perder, y si por lo que fuese cogemos una opción que otro nos ha recomendado
y la cosa va mal nos sentimos menos culpables, ya que no fuimos totalmente
nosotros los que lo elegimos.
Parece que no somos capaces de caminar solos, vale
que seamos animales sociales, pero de ahí a que tengamos que consultar
absolutamente todo de nuestra vida… sería interesante que aprendiésemos a ser
autónomos, eso no significa que dejemos de lado la manada, si no que aprendiésemos
a valernos por nosotros mismos en la mayoría de las cosas, aunque sigamos
sabiendo que la manada seguirá ahí para salvaguardarnos. No debemos sentir inestabilidad cuando solo dependan de nosotros las elecciones.
Lo malo de pedir siempre la opinión para todo; es
que quizá algunas veces no hagamos lo que verdaderamente queremos, sino lo que
los demás esperan de nosotros y de esta manera no llenarnos, quedarnos como a
medias, como si nos faltase algo. A veces debemos plantar cara a la manada, al
grupo, y salir en busca de nuestros sueños aunque parezca la cosa menos
racional posible. Dejaos dominar por las emociones, y de esta manera, vuestro
cuerpo que es inteligente secuestrará vuestra parte racional y os moveréis por
impulsos, por vuestra parte más primaria. Y así, quizá, solo así, consigáis encontrar
lo que verdaderamente os llega a las entrañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario