Amarilla, radiante, atractiva, atrayente, así eres, como esos rayos de luz que te depiertan por la mañana, que te calientan al medio día y que te recogen por la noche.
Cuando tomamos decisiones han de ser firmes o eso he creído siempre, pero hoy me he dado cuenta de que es imposible porque estamos vivos y la vida pasa ante nosotros constantemente como si fuera un tren en continuo movimiento y sabemos que debemos subir a un vagón, es más sabemos a que vagón pero hay tantos factores externos que nos impiden no solo subir al tren si no saber en que vía está.
Cada día me doy más cuenta de lo que quiero, y de que llega junio y de que tengo que tomar la decisión pero me alejo de ella y voy a la otra punta, voy a lo que quiero pero no se si a lo que deseo, voy a lo que me conviene pero no a lo que me apetece y aunque tengo el billete para un tren, aun no he picado el billete y puede incluso que me suba a otro tren sin billete, sin pasajeros, sin conductor, directo a un abismo espectacular con las mejores vistas que nunca hayan vislumbrado mis ojos.
Amarilla es la vida, se contrapone con el naranja, siempre me han parecido colores opuestos, no complementarios, hasta este año en el que he descubierto que convinan perfectamente. Al final las preguntas que están encima de la mesa son las siguientes ¿Por qué cuando estás cerca me va el corazón a mil por hora? ¿ Por qué lo que nos une es también lo que nos separa? y sobre todo si los dos sabemos que es imposible ¿ Por qué no nos lo demostramos?
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