Mil y una cosas me gustan de ti. Podría decir 1001 x infinitas... pero me quedo con tres. ¿Por qué? Porque sí. Realmente no es una respuesta ni me gusta que lo sea, pero así es, especialmente hoy.
Tu pelo no puede engañar, es suave, claro en todos los sentidos de la palabra, dócil, manejable, sincero, en el que podría perder mis dedos, de hecho los pierdo junto a mis pensamientos y mi sentido común. Recogértelo, soltarlo o simplemente acariciarlo es una de las sensaciones que nunca olvidaré.
Tu mirada algo más esquiva pero acostumbrándose a la mía, me recuerda a aquellas tardes de tormenta en la que rayos y truenos están a punto de descargar toda su energía. No puedo hablar demasiado de tu mirada porque me adentro en ella y me olvido del resto, es como perderse en un bosque lleno de magia donde se pierde el sentido de la realidad.
Tu sonrisa que siempre está dispuesta para mi, aunque a veces, quizás demasiado, permanece escondida y solo algunos podemos verla, es una muestra de que forma el triángulo perfecto junto a tu mirada y tu pelo. Esa sonrisa que sabe donde está el límite entre la seriedad y la carcajada para hacer de tus labios la sonrisa perfecta.
Gracias por saltarte los stops del camino algunas veces y dejarte llevar muchas otras.
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